Con sólo tocar su manto, me salvaré

Tenemos necesidad de sanación. Nuestras enfermedades son físicas pero también espirituales. En nuestra vida necesitamos que alguien nos ayude a salir de nuestras dificultades y sufrimientos.

En el tiempo de Jesús, muchos reconocieron en Él el poder sanador y liberador que tanto necesitaban. Se acercaban al Señor seguros y confiados en su amor y misericordia. ¿Tú estás haciendo lo mismo?

Toca el manto símbolo de la misericordia de Dios, de su poder y capacidad de hacer posible lo imposible. ¡Ánimo! El tiene el poder de devolverte la vida.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 9,18-26): En aquel tiempo, Jesús les estaba hablando, cuando se acercó un magistrado y se postró ante Él diciendo: «Mi hija acaba de morir, pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá». Jesús se levantó y le siguió junto con sus discípulos. En esto, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años se acercó por detrás y tocó la orla de su manto. Pues se decía para sí: «Con sólo tocar su manto, me salvaré». Jesús se volvió, y al verla le dijo: «¡Ánimo!, hija, tu fe te ha salvado». Y se salvó la mujer desde aquel momento. 
Al llegar Jesús a casa del magistrado y ver a los flautistas y la gente alborotando, decía: «¡Retiraos! La muchacha no ha muerto; está dormida». Y se burlaban de Él. Mas, echada fuera la gente, entró Él, la tomó de la mano, y la muchacha se levantó. Y la noticia del suceso se divulgó por toda aquella comarca.

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