El “lambón” es una palabra fea que hace referencia, en la cultura dominicana, a una persona que adula a cambio de algún favor o preferencia. El adulador, sinónimo de “lambón”, busca que le devuelvan el favor de alabar las acciones de la persona objeto de sus lisonjas. ¿Qué nos enseña las escrituras respecto a este tema?
Jesús ataca siempre la falsedad. Muchos de nosotros, muchas veces al día, actuamos según las circunstancias. Le hacemos favores a personas de quién esperamos agradecimiento. Nuestra actitud hacia lo demás está condicionada por nivel social o poder que posea la persona con quién tratamos. Todos hemos caído en este error.
El Señor nos invitar a amar a todos por igual. La naturaleza misma de Dios consiste en amar a los buenos y malos, justos e injustos. Si hacemos esto seremos verdaderos hijos de Dios. Amar a los pobres y pecadores es la actitud cristiana por excelencia. Ellos son el objeto de nuestro accionar. El “banquete” y la “fiesta” se prepara para los últimos de la tierra. Para aquellos que no nos pueden devolver ese favor.
Leer:
Texto del Evangelio (Lc 14,12-14): En aquel tiempo, Jesús dijo también a aquel hombre principal de los fariseos que le había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos».