¿Cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano?

La justicia humana es mucho más severa que la divina. Las leyes de cumplen por igual y no tienen posibilidad de perdón. Aunque las sociedades han creado la figura del indulto es algo extraordinario que solo concede el presidente en circunstancias excepcionales. ¿Cómo de vive esta realidad en el cristianismo?

Cuando un prójimo te falta o te hace daño debe retribuir o reparar ese error. El problema está en que la “cadena del mal” se hace interminable. Todos tenemos algo por lo que pedir perdón y nuestra acción cotidiana nos hace, muchas veces sin querer, faltarle a alguien. 

Para poner un ejemplo está el conflicto de los paises. Hay naciones enemistadas por siglos. Han vivido en guerra desde hace generaciones y todos han tenido algo de responsabilidad. Se han bombardeado mutuamente por décadas y de ambos lados se han contado innumerables muertes de víctimas inocentes. Todos estos sucesos crean heridas profundas difíciles de sanar. ¿Cual es la única solución posible? El perdón.

El amor se manifiesta en el perdón. No importa cuanto hagamos, el perdón cristiano implica saldar las deudas de un manera definitiva. Cuando un cristiano perdona o pide perdón lo hace apoyado en la realidad de que ha sido amado por Dios primero. La fuente del perdón cristiano es el Señor Misericordioso que nos ama y perdona siempre.

Definitivamente el mundo y nuestras vidas fueran mejores si pusiéramos en práctica esta palabra diariamente. Tu ayuno de hoy es pedir perdón y perdonar. ¡Ha llegado el momento del amor! ¡Estamos en la era del perdón!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 18,21-35): En aquel tiempo, Pedro se acercó entonces y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?». Dícele Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.


»Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: ‘Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré’. Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda. 


»Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: ‘Paga lo que debes’. Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: ‘Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré’. Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: ‘Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?’. Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano».

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>