El que come mi pan ha alzado contra mí su talón

A pesar de que estamos en fiesta todavía ya que seguimos en la cincuentena pascual es importante recordar un punto importante del misterio pascual: no hay resurrección si no hay pasión.

Todos los seres humanos nos resistimos al sufrimiento. Nos hacemos la imagen de una felicidad plena lograda a través de la ausencia de sufrimiento. Jesús nunca propuso eso. Todo lo contrario. Jesús hizo “glorioso” el sufrimiento dándole sentido en su muerte de cruz. Ilumino algo muy profundo de la vida humana. Nos hizo entender que vivir el sufrimiento desde la Fe nos hace resucitar.

Entrar en las dificultades del matrimonio, la educación de los hijos, las relaciones con vecinos y amigos desde la Fe es aceptar que siempre tendremos dificultades y problemas pero que siempre el Señor nos librará de la muerte.

Acojamos a Jesús plenamente en nuestra vida. Esto significa hoy aceptar nuestra historia de vida con todo lo que Dios a permitido. Vivamos en una nueva dimensión. Vivamos en la Fe de aquel que nos ama y nos libra de todos nuestros pecados.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 13,16-20): Después de lavar los pies a sus discípulos, Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía. Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís. No me refiero a todos vosotros; yo conozco a los que he elegido; pero tiene que cumplirse la Escritura: el que come mi pan ha alzado contra mí su talón. Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy. En verdad, en verdad os digo: quien acoja al que yo envíe me acoge a mí, y quien me acoja a mí, acoge a Aquel que me ha enviado».

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