Archivo de la etiqueta: acoger

No es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía

La humildad es la clave para crecer espiritualmente. Los que se sienten mejores que los demás jamás podrán conocer a Dios. El mismo Jesús ha dado ejemplo de cómo debemos actuar.

La nueva naturaleza de una persona que ha vivido la resurrección del Señor consiste en ocupar siempre el último lugar. En los que se hacen como niños está el verdadero espíritu Cristiano.

Miremos a nuestro alrededor y amemos a todos. El servicio a los demás es lo propio del cristiano. Perdonemos a quienes nos han hecho algún mal. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 13,16-20): Después de lavar los pies a sus discípulos, Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía. Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís. No me refiero a todos vosotros; yo conozco a los que he elegido; pero tiene que cumplirse la Escritura: el que come mi pan ha alzado contra mí su talón. Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy. En verdad, en verdad os digo: quien acoja al que yo envíe me acoge a mí, y quien me acoja a mí, acoge a Aquel que me ha enviado».

El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará

Si revisamos las estanterías de las librerías en todas parte del mundo, nos encontraremos con una amplia oferta de libros que prometen el éxito, riqueza, salud y felicidad aquí en la tierra. De hecho, en las estadísticas de ventas, siempre están entre los más vendidos libros de superación personal que aseguran ofrecer un futuro feliz si sigues sus sabios consejos.  En Dios también hay un ofrecimiento pero algo diferente a lo que estos libros de autores internacionales nos ofrecen. 

En primer lugar, Jesús nos dice que como condición fundamental para seguirle es tomar la cruz y negarse a sí mismo. Asegura con estas palabras que quien pierde su vida la gana. ¿Qué significa esto? Pues que en vez de estar intentando asegurarnos la vida con las cosas temporales debemos apoyarnos en La eternas y verdaderas, ¿cuáles son estas? Pues el amor y la fidelidad de Dios. Nosostros estamos llamados a hacer experiencia de que solo Dios nos puede dar la felicidad plena. Nuestra vida debe ser una búsqueda incesante e incansable de Dios. Él ha creado la vida y la puede dar plenamente. Si tenemos a Dios dentro de nuestro corazón entonces podemos amar las cosas sanamente y sin haberlos ídolos de los bienes temporales.

Por ejemplo, podemos trabajar por dinero y disfrutar del mismo sin andar preocupado cuando no lo tenemos o peleando y engañando para conseguirlo. La raíz de toda corrupción es un amor desordenado al dinero. Si tenemos a Dios en primer lugar, no vamos a robar o matar para conseguir el dinero que dicen los libros de superación personal que es clave para conseguir la felicidad. 

La disponibilidad que da amar a Dios por encima de todas las cosas nos convierte en valientes testigos de su amor. Por eso, seamos profetas y acojamos a los profetas. El profetismo se da en el corazón de aquellos que han renunciado al mundo temporal y anhelan la patria celeste y definitiva.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 10,34–11,1): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven con él. 
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá. Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa».
Y sucedió que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.

El que come mi pan ha alzado contra mí su talón

A pesar de que estamos en fiesta todavía ya que seguimos en la cincuentena pascual es importante recordar un punto importante del misterio pascual: no hay resurrección si no hay pasión.

Todos los seres humanos nos resistimos al sufrimiento. Nos hacemos la imagen de una felicidad plena lograda a través de la ausencia de sufrimiento. Jesús nunca propuso eso. Todo lo contrario. Jesús hizo “glorioso” el sufrimiento dándole sentido en su muerte de cruz. Ilumino algo muy profundo de la vida humana. Nos hizo entender que vivir el sufrimiento desde la Fe nos hace resucitar.

Entrar en las dificultades del matrimonio, la educación de los hijos, las relaciones con vecinos y amigos desde la Fe es aceptar que siempre tendremos dificultades y problemas pero que siempre el Señor nos librará de la muerte.

Acojamos a Jesús plenamente en nuestra vida. Esto significa hoy aceptar nuestra historia de vida con todo lo que Dios a permitido. Vivamos en una nueva dimensión. Vivamos en la Fe de aquel que nos ama y nos libra de todos nuestros pecados.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 13,16-20): Después de lavar los pies a sus discípulos, Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía. Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís. No me refiero a todos vosotros; yo conozco a los que he elegido; pero tiene que cumplirse la Escritura: el que come mi pan ha alzado contra mí su talón. Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy. En verdad, en verdad os digo: quien acoja al que yo envíe me acoge a mí, y quien me acoja a mí, acoge a Aquel que me ha enviado».