La mies es mucha, y los obreros pocos

Las religiones han sido criticadas por los ateos y agnósticos por su labor proselitista. En algunas naciones ya han iniciado legislaciones para limitar los procesos de captación de adeptos sobre la idea o argumento de que se deben respetar los derechos de todos. Nos parece que estos argumentos carecen de sentido.

Limitar la labora evangelizadora de la Iglesia es como decir que el gobierno debe limitar su servicio de salud o educación porque debemos respetar el derecho de las personas de elegir estar enfermo o quedarse sin educación.

El Señor tiene la voluntad de sanar a todos y dar la vida eterna a todos los que acojan el mensaje de salvación. Nos llama a algunos a que trabajemos con Él en esta importante misión de llevar vía y felicidad a todos los hombres y mujeres del mundo. Esto, ciertamente, no puede ser limitado.

Dios nos ama y nos llama a una misión. Ser enviados al mundo como testigos del amor de Dios y su acción en nuestras vidas. No tengamos miedo a nada y nadie. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 10,1-12): En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.
»En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros’. 
»En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid: ‘Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca’. Os digo que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad».

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