Porque mi yugo es suave y mi carga ligera

Dios nos llama a la sencillez y la humildad. La llamada de Dios consiste en seguir las huellas de Jesús, y ¿cuál es este camino que debemos recorrer? El camino de la pequeñez, de reconocer pecadores y de abrir nuestro corazón al Señor.

En muchas ocasiones nos cuesta trabajo aceptar las precariedad de la vida. Nos enfrentamos a sufrimientos y situaciones que no entendemos. ¿Quién puede aceptar la historia como la permite Dios? El humilde. La persona que con sencillez, acordándose de las maravillas que Dios ha hecho en su vida, acepta el amor de Dios que se manifiesta en todos los acontecimientos, incluyendo aquellos que pensamos nos son adversos, es feliz. La felicidad es reconocer que el yugo de Dios es ligero y llevadero porque lo en Jesús tenemos la gracia de encontrar nuestra verdadera santificación en el.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 11,28-30): En aquel tiempo, Jesús dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».

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