Muchas veces nos calcomen las enfermedades del alma. Dice la psicología profunda que todos los seres humanos desarrollan a lo largo de su existencia traumas, complejos y fobias. La buena noticia es que Dios puede curar todo tipo de enfermedad.
En un momento de la vida de Jesús le preguntan porque anda con publicanos y pecadores. Si respuesta fue que como médico de almas a venido por los enfermos y no por lo sanos. Lo cierto es que todo necesitamos ser dañados o curados de algo.
Es fundamental estar contentos porque en Jesús podemos encontrar paz y sanación interior. Solo debemos pedírselo. ¡Ánimo!
Leer:
Texto del Evangelio (Mt 8,1-4): En aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte, fue siguiéndole una gran muchedumbre. En esto, un leproso se acercó y se postró ante Él, diciendo: «Señor, si quieres puedes limpiarme». Él extendió la mano, le tocó y dijo: «Quiero, queda limpio». Y al instante quedó limpio de su lepra. Y Jesús le dice: «Mira, no se lo digas a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio».