Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio

Es una tendencia de la naturaleza humana juzgar por las apariencias. Cuando conocemos a alguien lo miramos, vemos como viste, su color de piel o escuchamos su apellido e inmediatamente nos hacemos un juicio de dicha persona. Tendemos a “estereotipar” al mundo que nos rodea.

Jesús no se ha escapado de esta realidad. Las personas que le vieron crecer le conocen, saben que era un niño normal, el hijo de María y José, que jugaba, comía, bebía y trabajaba entre ellos como un individuo normal. Y esta realidad les impide ver con los “ojos de la Fe” lo que está oculto en la sencillez.

Pensamos que las cosas que vienen de Dios deben ser magníficas e inefables. Esperamos milagros y prodigios extraordinarios en nuestra vida. No sabemos descubrir a Dios presente en lo cotidiano, en lo sencillo, en lo “normal” de nuestra existencia.

Un amanecer, el abrazo de un amigo, la enfermedad de un ser querido, la amonestación de un jefe, la corrección de un padre; todas pueden ser verdaderas “teofanías” o manifestaciones misteriosas de Dios.

Para Jesús lo más importante no es que pueda hacer milagros físicos. Para Él lo que realmente importa es que podamos mediante los hechos realizados por Dios suscitar en nosotros la Fe. Una Fe que nos hace descubrir a Dios presente con su amor en todas las cosas y hechos que nos rodean. ¡Qué maravilla es tener estos “lentes especiales” que nos hacen ver el amor de Dios en todo! Esto es la felicidad. Esto es ver en un “hijo del carpintero” la presencia de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 13,54-58): En aquel tiempo, Jesús viniendo a su patria, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que decían maravillados: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? Entonces, ¿de dónde le viene todo esto?». Y se escandalizaban a causa de Él. Mas Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio». Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe.

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