Así que por sus frutos los reconoceréis

Cuando recitamos el Yo Confieso decimos: “he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión”. Es decir, que ya desde el pensamiento podemos ir incubando el pecado en nuestras vidas. También podemos decir que toda acción de pecado tiene su génesis en los pensamientos. Para llegar a cometer un pecado, hace falta haberlo pensado.

Reconozcamos la verdad. Somos muy débiles y pecadores. Nuestros frutos son muchas veces contrarios al amor de Dios. No son buenos. ¿Y qué debemos hacer? Pues pedirle a Dios que nos cambie la mente, las palabras y las obras. El tiene poder para hacer ese milagro.

El fruto de Dios es el amor. Todos los días son buenos para amar. Perdonemos y amemos. Esos son los buenos frutos del cristiano. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 7,15-20): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconoceréis».

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