El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos

Los libros de superación personal y éxito de estos tiempos nos muestran una forma de alcanzar la felicidad. Nos insisten que si queremos tener una vida plena debemos de hacernos de nuestro primer millón de dólares o ser famosos en algo. Nos plantean una forma materialista de la felicidad. ¿Qué nos dice Cristo al respecto?

El camino de la felicidad cristiana es de servicio y entrega a los demás. Es participar en la pasión de Jesús y dar la sangre por los que Dios ama. Ser Cristiano es negarse a sí mismo y tomar la Cruz de cada día.

La cuaresma sirve para reafirmar esta realidad cristiana. Nuestra misión es ocupar el último lugar. Servir a todos y todas. Dar la vida por esta generación. ¿Estás dispuesto? ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 20,17-28): En aquel tiempo, cuando Jesús iba subiendo a Jerusalén, tomó aparte a los Doce, y les dijo por el camino: «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, para burlarse de Él, azotarle y crucificarle, y al tercer día resucitará».

Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. Él le dijo: «¿Qué quieres?». Dícele ella: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino». Replicó Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?». Dícenle: «Sí, podemos». Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre».

Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».

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