El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; le matarán, y al tercer día resucitará

En Jesús podemos encontrar el sentido pleno y profundo de nuestra Cruz. La cruz es símbolo de todo aquello que nos hace sufrir, que quisiéramos quitar de nuestra vida o cambiar. Este sufrimiento es distinto al que produce el pecado.

El sufrimiento de la Cruz es uno que se nos impone en la historia. Muchas veces es permitido por Dios para nuestro bien, en orden a nuestra santificación.

Cuando Jesucristo muere en la cruz nos muestra el verdadero camino del cristiano. Todos estamos llamados a imitarle. Esto quiere decir, a acortar las cruces de cada día y ver en ellas la oportunidad de santificarnos. ¡Aceptemos nuestras cruces! Son gloriosas.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 17,22-27): En aquel tiempo, yendo un día juntos por Galilea, Jesús dijo a sus discípulos: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; le matarán, y al tercer día resucitará». Y se entristecieron mucho.

Cuando entraron en Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los que cobraban el didracma y le dijeron: «¿No paga vuestro Maestro el didracma?». Dice él: «Sí». Y cuando llegó a casa, se anticipó Jesús a decirle: «¿Qué te parece, Simón?; los reyes de la tierra, ¿de quién cobran tasas o tributo, de sus hijos o de los extraños?». Al contestar él: «De los extraños», Jesús le dijo: «Por tanto, libres están los hijos. Sin embargo, para que no les sirvamos de escándalo, vete al mar, echa el anzuelo, y el primer pez que salga, cógelo, ábrele la boca y encontrarás un estárter. Tómalo y dáselo por mí y por ti».

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