Hijo, tus pecados te son perdonados

Muchos milagros acontecen todavía hoy. Hay muchos carismas de la iglesia que dan especial énfasis al don de sanación o liberación. Todavía hoy sigue curando de forma milagrosa, a través de muchos medios, a tantas personas. ¿Por qué Dios hace esto?

Alguna persona racional diría, “¿Por qué Dios cura a algunas personas y a otras no?” Esto se esclarece en la acción misionera de Cristo.

Los signos visibles de la potencia de Dios mediante el milagro de sanación física están en función del más grande de todos los milagros: el milagro moral. Nuestro Señor Jesucristo, sabiendo muy bien que la enférmese más profunda y dañina de todos es la que tenemos en el espíritu.

He conocido a un amigo de la iglesia con una enfermedad que le obliga a ir al hospital varías veces al año. Hoy bendice a Dios, ¿Por qué? Porque ha experimentado el perdón y amor de Dios que le hace descubrir el sentido de su enférmese y sufrimiento y le hace vivir en bendición. Este es el mayor de los milagros. ¡Vivir en la alegria del evangelio! Pidamos al Señor que nos siga dando la gracia del milagro moral. Que sane los males del corazón e nos haga caminar en salvación.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 2,1-12): Entró de nuevo en Cafarnaum; al poco tiempo había corrido la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y Él les anunciaba la Palabra.

Y le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde Él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados».

Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones: «¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?». Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dice: «¿Por qué pensáis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados’, o decir: ‘Levántate, toma tu camilla y anda?’ Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados -dice al paralítico-: ‘A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’».

Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos, de modo que quedaban todos asombrados y glorificaban a Dios, diciendo: «Jamás vimos cosa parecida».

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