Misericordia quiero y no sacrificio

El cristianismo no es una religión. No es un conjunto de normas y doctrinas que debemos cumplir al pie de la letra. La experiencia cristiana es algo mucho mejor que eso.

El cristianismo es un encuentro personal con Jesucristo, muerto y resucitado por nosotros, que nos hace libres. Esta libertad se expresa en la forma como abordamos los temas y actuamos en la vida. Nuestra ley es el amor. Nuestra acción se concretiza en la misericordia que tenemos con nuestro prójimo. Cumplir la ley es amar a todos incluyendo a nuestros enemigos.

No reduzcamos nuestra fe a una ideología que divide y fomenta el odio. Seamos como nuestro Señor que amó hasta el extremo y bendijo a todos incluyendo a aquellos que le adversário o mataron. Dios nos ama, amemos a los demás de a misma manera. ¡Amén!

Leer:
Texto del Evangelio (Mt 12,1-8): En aquel tiempo, Jesús cruzaba por los sembrados un sábado. Y sus discípulos sintieron hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerlas. Al verlo los fariseos, le dijeron: «Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado». Pero Él les dijo: «¿No habéis leído lo que hizo David cuando sintió hambre él y los que le acompañaban, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la Presencia, que no le era lícito comer a él, ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes? ¿Tampoco habéis leído en la Ley que en día de sábado los sacerdotes, en el Templo, quebrantan el sábado sin incurrir en culpa? Pues yo os digo que hay aquí algo mayor que el Templo. Si hubieseis comprendido lo que significa aquello de: ‘Misericordia quiero y no sacrificio’, no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado».

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