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Dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios

Amar es cumplir la ley de Dios entera. El que ama no tiene nada que agregar a los mandamientos del Señor. El Espíritu Santo inspira en el corazón de una persona humilde como debe accionar para poner en práctica la palabra. ¿Esto significa que debemos descuidar el cumplimento de las normas y preceptos que nos da la Iglesia? De ninguna manera.

En la práctica cristiana tenemos una amplia variedad de liturgias, preceptos y prácticas rituales. Todas nos llevan a realizar de forma externa lo que se supone vivimos en nuestro interior. Ir a misa los domingos, celebrar los tiempos litúrgicos y fiestas, acudir a la comunidad para orar juntos, y muchas cosas más son medios idóneos para todos los hermanos que quieran crecer en la fe.

No descuidemos nuestros deberes cristianos. Procuraremos cumplirlos con el corazón sincero. Nunca hagamos de dicha práctica un rito vacío o carente de significado espiritual. Todos los mandatos nos deben conducir a la misericordia y a la justicia divina. El amor es la mayor y resumen de todas las leyes. ¡Amemos! ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 11,42-46): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello. ¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas! ¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo!». Uno de los legistas le respondió: «¡Maestro, diciendo estas cosas, también nos injurias a nosotros!». Pero Él dijo: «¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!».

Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan

Para ser cristiano solo hace falta una cosa: amar a nuestros enemigos. Los musulmanes oran con unción varías veces al día, los judíos cumplen fielmente el sabbat, los budistas hacen meditaciones de varias horas, y nosotros los cristianos hacemos lo anterior pero sobre todo estamos llamados a amar a nuestros enemigos, ¿quién, en este mundo, hace cosa semejante?

Tenemos siempre alguien de quien no queremos saber. En nuestras relaciones diarias nos peleamos o sentimos mal con la pareja, con los hijos, algún familiar, amigo, vecino o conocido. En ocasiones sufrimos las injusticias que nos hacen nuestros prójimos. ¿Cómo responde un cristiano? Con amor en la dimensión de la Cruz.

Si, mis queridos hermanos. Estamos llamados por Dios a amar a nuestro prójimo y perdonarlo todo. Ese es el camino de la santificación cristiana. Esa es la vereda que conduce a la vida eterna. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,43-48): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo’. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial».