Dios se ha manifestado en la tierra a través del nacimiento de Jesucristo. Una estrella, imagen del anuncio de la buena noticia, condujo a tres Reyes Magos, representantes el mundo pagano, hacia el lugar de su nacimiento. ¡Oh maravilloso misterio! El verbo de Dios se ha hecho carne y a puesto su morada entre nosotros.
De igual manera nuestro Señor se quiere hacer carne en nuestras vidas. Quieres nacer en nuestros corazones para a través de nosotros manifestarse al mundo entero. Un cristiano es otro Cristo que con sus obras manifesta el amor de Dios.
Pidamos al Señor que nos conceda ver y adorar su presencia en nuestras vidas. Abramos nuestros corazones a sus dones. Oro, incienso y mirra son los “dones” a través de los cuales podemos acceder al gran misterio del amor divino. Amén.
Leer:
Texto del Evangelio (Mt 2,1-12): Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle». En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: ‘Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel’».
Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: «Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle».
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el Niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al Niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino.