Archivo de la etiqueta: bienanveturados

Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos

El Señor nos llama a la santidad. Esta llamada es universal. Esto quiere decir que todos los que hemos sido llamados a ser sal, luz y fermento de la tierra tenemos fundamentalmente una vocación a la santidad según Dios. Por tanto es importante reflexionar, ¿qué es ser santo?

Muchos tenemos la imagen de la santidad que vemos en las imágenes, estatuas e historias de santos y santas canonizadas por la iglesia. Nos impresiona esa imagen angelical, ojos brillosos, los milagros y prodigios asociados a estas sobrenaturales personas. En más de uno, lejos de una invitación a imitarles, se produce un efecto contrario. Es decir, nos colocamos a nosotros mismo en la posición de que eso es imposible realizar. Que esa experiencia de santidad es solo para algunos seres especiales. Veamos cómo Jesús describe la santidad.

Jesucristo dice que “seamos perfectos como nuestro Padre Dios es perfecto” y luego continúa diciendo “que hace salir el sol sobre buenos y malos, sobre justos e injustos”. ¿Qué significa eso? Que la perfección o santidad consiste en ser amar a todos y todas, incluyendo nuestros enemigos. Dios es aquel que ama a los justos y los injustos, ¿tú lo haces?

Mis hermanos y hermanas, ser santos es amar como Dios ama. ¿Cuantas veces tú has odiado y rechazado a las personas que te injurian o que consideras se portan mal contigo? Ser santos no es hacer cosas extraordinarias ni tener carita angelical. Ser santo es amar a todos incluyendo nuestros enemigos y esto solo se hace por pura gracia de Dios. ¡Ánimo! Todos estamos llamados a este tipo de santidad. En el Señor todo es posible.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,1-12a): En aquel tiempo, viendo Jesús la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos».