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Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído

El tiempo litúrgico de adviento subraya un aspecto de la vida cristiana: la escatología. Todo cristiano espera la segunda venida del Señor. Grita en la Eucartistia y todos los días: ¡Ven Señor Jesús! Sabe muy bien que su esperanza y Fe está centrada en la seguridad que por el amor de Dios vendrán cielos nuevos y tierra nueva. ¿Y por qué todo buen cristiano tiene esta aspiración escatológica? Pues porque ha sido testigo de las maravillas de Dios.

Hoy debemos contemplar en nuestra vida las maravillas que Dios ha hecho. Hoy es momento propicio para reconocer en Jesús al hijo único de Dios y salvador nuestro. Hoy es bueno reconocer el inmenso amor que Dios nos tiene. De ahí viene la alegría cristiana. Ese es el origen de nuestra felicidad eterna.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 7,19-23): En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a decir al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?». Llegando donde Él aquellos hombres, dijeron: «Juan el Bautista nos ha enviado a decirte: ‘¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?’». 
En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos. Y les respondió: «Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!».

Te recompensará en la resurrección de los justos

A los organizadores de eventos les encanta hacer eventos con invitados famosos. Si ayudan a unos novios, empresa o persona en la planificación de un evento siempre les sugieren, como elemento fundamental para que tengan un acto exitoso, procurar tener en la lista de invitados personas importantes y famosas. Vivimos en la civilización del espectáculo, como diría el escritor Vargas Llosa. ¿Qué nos dice el cristianismo?

Jesús nos invita a no construir nuestra vida en las cosas de este mundo. Nos dice que pongamos nuestro corazón en las cosas de cielo, no en las de la tierra. Nos muestra su poder amando y curando a los enfermos y pecadores. Los más débiles son los beneficiarios privilegiados de las maravillas que nos ofrece Dios en Jesucristo.

¡Alégrate! Dios te prefiere a ti y me prefiere a mí. Nos ama precisamente porque somos los últimos, los más débiles, los más pecadores. ¡Bendito sea el Señor!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 14,12-14): En aquel tiempo, Jesús dijo también a aquel hombre principal de los fariseos que le había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos».