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¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?

Dice un conocido refrán: “dime con quién andas, y te diré quién eres”. Parece que dicha frase popular no es evangélica. No tiene nada de cristiana. Esto porque Jesús andaba con publicanos y pecadores. Se la pasaba almorzando con corruptos y algunas de las mujeres que le seguían habían tenido fama de prostitutas. ¿Qué piensas de esta realidad?

Nuestro Señor Jesucristo no vino al mundo por los que se consideran buenos y superiores a los demás. Se hizo carne para salvar a los pecadores de la esclavitud del mal. Todos los hombres y mujeres hemos estado bajo el influjo del pecado, por tanto, todos hemos delinquido y necesitamos de perdón divino. Es por eso que nuestro Dios, en un gesto se inmenso amor, vino a instaurar mediante Jesús, un reino de misericordia y conversión de corazón.

¡No tengamos miedo! El Señor no nos juzga. !¡al contrario! Nos perdona y sana todas las heridas que podamos haber tenido por causa de nuestros pecados. Nunca dudemos de su amor. Amén.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 9,9-13): En aquel tiempo, cuando Jesús se iba de allí, al pasar vio a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?». Mas Él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

Éste acoge a los pecadores y come con ellos

¡Qué alegría! Jesús ha venido a salvar a los pecadores. Así es. Nuestro Señor nos ama no porque hemos sido buenos. Nos ama porque somos unos grandes pecadores. Es importante que lo reconozcamos.

El Espíritu Santo nos da la gracia de conocernos. Nos hace ver nuestra debilidad constante. Nuestra incapacidad de amar como Dios ama. Nuestras flaquezas diarias. Vivimos murmurando, adorando ídolos, considerándonos mejores que los demás; en fin, en una constante necesidad de auxilio espiritual.

La buena noticia es que Dios nos salva de nuestros pecados. Nos libra de toda clase de esclavitudes. Nos hace personas nuevas capaces de apoyarnos en la gracia de Jesús. Seamos fuertes en el Señor. Dejemos que Él nos ame. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 15,1-10): En aquel tiempo, todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos».

Entonces les dijo esta parábola. «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión.

»O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido’. Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».

Se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta

El Señor “acoge a los pecadores y come con ellos”. ¿Tú haces lo mismo?

Si somos humildes debemos reconocer que estamos constantemente despreciando a los demás. Etiquetamos a todos los que consideramos que no encajan según nuestros esquemas. Lo peor es que eso nos impide ver nuestros propios pecados. El gran pecado es considerarse superior a los demás.

Nuestro Dios nos enseña el camino de la
Misericordia. Nos muestra cómo debemos actuar. ¿Quién tiene la queridas para condenar a los demás? ¿Acaso no hemos hecho cosas peores? Amemos a todos, especialmente a los pecadores. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 15,1-10): En aquel tiempo, todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos».

Entonces les dijo esta parábola. «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión.

»O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido’. Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».

Éste acoge a los pecadores y come con ellos

Jesús vino a salvar lo que estaba perdido. Vino al mundo a perdonar a los pecadores. ¿Cómo dices que no tienes pecado?

El mayor de los desafíos a la hora de llevar a las personas a Dios es que se reconozcan pecadores. La mayoría de las personas tienen un alto valor de si mismos. Todos se creen muy buenos. No tienen conciencia de sus pecados y debilidades.

El problema con esta realidad es que nunca conoceremos el amor de Dios si no nos conocemos a nosotros mismos. La verdad es que somos grandes pecadores. ¿Le puedes poner nombre a tus debilidades y maldades? Si es así, entonces eres consciente de quien eres. Estás en el inicio de una verdadera conversión.

¡Alégrate! Cristo viene a salvar a los pecadores. El Señor te muestra el maravilloso amor de Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 15,1-10): En aquel tiempo, todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos».

Entonces les dijo esta parábola. «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión.

»O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido’. Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».

Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores

Las personas a escandalibaan porque andaba con públicanos y pecadores. Para que se entienda bien, esto significaba que andaba con corruptos, adúlteras y prostitutas. ¿Qué dirías tú si alguien que tú conoces anda con este tipo de personas? Me imagino que pensarías igual que los fariseos. Dirías algo como “si este señor anda con esa gente me supongo que también él es igual”. Hasta ahí llega la perversidad humana.

Jesús vino a salvar no a condenar. Aplica misericordia y perdón. Nosotros, en cambio, vivimos juzgando y condenando. Es por eso que quizás no eres cristiano.

Cambiemos de mentalidad y amemos como el Señor nos ama: perdona nuestros pegados siempre.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 9,9-13): En aquel tiempo, cuando Jesús se iba de allí, al pasar vio a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?». Mas Él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?

Jesús no vino por los buenos o por los que se creen buenos. Vino a salvar a los que se reconocen pecadores y saben, en lo profundo de su corazón, que no son merecedores de la misericordia divina.

La alegria que transmitía el Señor a los rechazados era sorprendente. Los corruptos de su tiempo cambiaban de conducta porque se encontraban con alguien que les amaba profundamente. Recibían el perdón y la misericordia. Esta era la fuerza capaz de transformar la vida de aquellos pecadores.

¡Ánimo! Hoy es bueno y conveniente experimentar el amor de Dios en nuestras vidas.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 9,9-13): En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?». Mas Él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: ‘Misericordia quiero, que no sacrificio’. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

¿Habéis entendido todo esto?

Jesús intentaba, mediante el uso constante de parábolas, llegar al corazón de los hombres y mujeres de su tiempo. Esto también permitía invitar a la definición, en el sentido que si alguien le escuchaba con buena intención y sincero deseo de conversión, entendía perfectamente todo lo que decía. En cambio, si alguno le escuchaba con doblez o desde perspectivas antiguas y caducas, no podía entender nada.

El Señor quiere que entremos en el Reino de los Cielos, es decir, que vivamos en las cosas de Dios y disfrutemos de su amor. El Reino de Dios es para aquellos que se ajustan a la voluntad de Dios y se dejan amar por Él. Vivir en su Reino es la perfecta alegría y felicidad. En cambio, si alguno quiere vivir en el mundo, su vida será un llanto y amargura constante. Dios da sentido a nuestra vida y por eso podemos ver el amor de Dios en nuestra vida.

Hoy es un día oportuno para entrar en su voluntad. Hoy es un día para que podamos renunciar a nuestros odios, orgullos y apegos y digamos sí al Señor. Acogamos a diario a Dios en nuestro corazón. Este es el ejercicio espiritual que nos produce los mejores beneficios de nuestra vida: paz y amor pleno.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 13,47-53): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Habéis entendido todo esto?» Dícenle: «Sí». Y Él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo». Y sucedió que, cuando acabó Jesús estas parábolas, partió de allí.

No he venido a llamar a justos, sino a pecadores

El problema de los fariseos no es su conducta, es su hipocresía. El que se cree bueno, no se conoce y por tanto piensa que no tiene pecados. Esto le constituye en juez de los demás y ahí está la raíz de todos los males.

¿Tienes problemas en tu familia o matrimonio? ¿Piensas que lo que te está sucediendo hoy no te lo mereces o está mal? ¿Cuando piensas en tus compañeros de trabajo o amigos siempre miras sus defectos? Si la respuesta a todas estas preguntas es positiva, revisa en tu interior y te darás cuenta que a lo mejor no tienes iluminados tus pecados.

Jesús dice que ha venido a salvar a los pecadores. Si tú no tienes pecados o no puedes señalar uno solo en este momento eso quiere decir que estás fuera de la palabra de Dios y Jesús no puede venir a salvarte. 

Reconoceré hoy pecador y descubre el inmenso amor de Dios que te salva y perdona. Esa es la buena noticia. Tus pecados son perdonados por el amor inmenso que Dios tiene a los enfermos y pecadores.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 9,9-13): En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?». Mas Él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: ‘Misericordia quiero, que no sacrificio’. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

Se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta

Vivimos en un mundo donde todos quieren tener una buena imagen ante lo demás. Todos se esfuerzan por construir un buen nombre o prestigio. Queremos ser reconocidos y amados por todos. Las persona que se equivocan, tienen mala fama son considerados “ciudadanos se segunda”. ¿Qué ha hecho Jesús con respecto a esto?

La verdad es que todos somos pecadores. Todos hemos recibido las consecuencias del pecado. Hemos faltado y nos han faltado. Nos hemos equivocado muchas veces. ¿Qué a hecho el Señor? Nos ha amado y perdonado.

La alegría de Dios es que, tu y yo pobres pecadores, alcancemos la salvación. Dios quiere que experimentemos en nuestra carne la vida y alegría que viene de Él. ¡Ánimo! Tenemos la gracia y el don más grande. Dios mismo nos ama y sale a buscarnos cuando nos perdemos. Él mismo nos cuida y perdona.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 15,1-10): En aquel tiempo, todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos». 
Entonces les dijo esta parábola. «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión.
»O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido’. Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».

Te recompensará en la resurrección de los justos

A los organizadores de eventos les encanta hacer eventos con invitados famosos. Si ayudan a unos novios, empresa o persona en la planificación de un evento siempre les sugieren, como elemento fundamental para que tengan un acto exitoso, procurar tener en la lista de invitados personas importantes y famosas. Vivimos en la civilización del espectáculo, como diría el escritor Vargas Llosa. ¿Qué nos dice el cristianismo?

Jesús nos invita a no construir nuestra vida en las cosas de este mundo. Nos dice que pongamos nuestro corazón en las cosas de cielo, no en las de la tierra. Nos muestra su poder amando y curando a los enfermos y pecadores. Los más débiles son los beneficiarios privilegiados de las maravillas que nos ofrece Dios en Jesucristo.

¡Alégrate! Dios te prefiere a ti y me prefiere a mí. Nos ama precisamente porque somos los últimos, los más débiles, los más pecadores. ¡Bendito sea el Señor!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 14,12-14): En aquel tiempo, Jesús dijo también a aquel hombre principal de los fariseos que le había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos».