Archivo de la etiqueta: justos

¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?

Jesús no vino por los buenos o por los que se creen buenos. Vino a salvar a los que se reconocen pecadores y saben, en lo profundo de su corazón, que no son merecedores de la misericordia divina.

La alegria que transmitía el Señor a los rechazados era sorprendente. Los corruptos de su tiempo cambiaban de conducta porque se encontraban con alguien que les amaba profundamente. Recibían el perdón y la misericordia. Esta era la fuerza capaz de transformar la vida de aquellos pecadores.

¡Ánimo! Hoy es bueno y conveniente experimentar el amor de Dios en nuestras vidas.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 9,9-13): En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?». Mas Él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: ‘Misericordia quiero, que no sacrificio’. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

¿Habéis entendido todo esto?

Jesús intentaba, mediante el uso constante de parábolas, llegar al corazón de los hombres y mujeres de su tiempo. Esto también permitía invitar a la definición, en el sentido que si alguien le escuchaba con buena intención y sincero deseo de conversión, entendía perfectamente todo lo que decía. En cambio, si alguno le escuchaba con doblez o desde perspectivas antiguas y caducas, no podía entender nada.

El Señor quiere que entremos en el Reino de los Cielos, es decir, que vivamos en las cosas de Dios y disfrutemos de su amor. El Reino de Dios es para aquellos que se ajustan a la voluntad de Dios y se dejan amar por Él. Vivir en su Reino es la perfecta alegría y felicidad. En cambio, si alguno quiere vivir en el mundo, su vida será un llanto y amargura constante. Dios da sentido a nuestra vida y por eso podemos ver el amor de Dios en nuestra vida.

Hoy es un día oportuno para entrar en su voluntad. Hoy es un día para que podamos renunciar a nuestros odios, orgullos y apegos y digamos sí al Señor. Acogamos a diario a Dios en nuestro corazón. Este es el ejercicio espiritual que nos produce los mejores beneficios de nuestra vida: paz y amor pleno.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 13,47-53): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Habéis entendido todo esto?» Dícenle: «Sí». Y Él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo». Y sucedió que, cuando acabó Jesús estas parábolas, partió de allí.

Los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre

En el Reino de Dios crece trigo y cizaña. Esto puede ayudarnos a entender porqué a lo interno de la Iglesia se pueden dar escándalos y obras de iniquidad. La fragilidad humana y nuestros pecados pueden llevarnos a actuar de manera contraria al mensaje evangélico. Podemos ciertamente escandalizar a los pequeños.

Un cristiano es aquel que escucha la palabra de Dios y la pone en práctica. Es decir, la semilla cae en tierra buena y da su fruto. Esto es tener integridad y coherencia en la vida con Cristo. A esto estamos llamados.

¡Ánimo! Si en algún momento has caído o estás en alguna situación de escándalo, Dios te perdona y nos perdona. Nos invita a cambiar de vida y dejar de pecar. Nos invita a ser verdaderos hombres y mujeres justos para que podamos dar un testimonio valiente con nuestras obras del amor de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 13,36-43): En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo». Él respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. 
»De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».

No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal

La buena noticia que trae Jesús es que todos los que estén enfermos o tengan algún mal pueden encontrar sanación en Él. 

El Señor ha elegido a los pescadores de este mundo, ¿tú te sientes uno de ellos? La gran dificultad que hoy podemos tener es la de reconocernos pecadores. Somos tan soberbios e hipócritas que podemos pensar y creer que somos buenos. Si de verdad crees que eres un ser humano estupendo, entonces el cristianismo no es para ti.

El Señor ha dicho que no ha venido por los justo sino por los pecadores. Es decir, que si hoy te reconoces pecador te haces a ti mismo participe de la buena noticia de salvación. ¡Ánimo! El Señor te ama con tus pecados.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 9,9-13): En aquel tiempo, cuando Jesús se iba de allí, al pasar vio a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?». Mas Él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».