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Los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre

En el Reino de Dios crece trigo y cizaña. Esto puede ayudarnos a entender porqué a lo interno de la Iglesia se pueden dar escándalos y obras de iniquidad. La fragilidad humana y nuestros pecados pueden llevarnos a actuar de manera contraria al mensaje evangélico. Podemos ciertamente escandalizar a los pequeños.

Un cristiano es aquel que escucha la palabra de Dios y la pone en práctica. Es decir, la semilla cae en tierra buena y da su fruto. Esto es tener integridad y coherencia en la vida con Cristo. A esto estamos llamados.

¡Ánimo! Si en algún momento has caído o estás en alguna situación de escándalo, Dios te perdona y nos perdona. Nos invita a cambiar de vida y dejar de pecar. Nos invita a ser verdaderos hombres y mujeres justos para que podamos dar un testimonio valiente con nuestras obras del amor de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 13,36-43): En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo». Él respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. 
»De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».

Los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre

El mundo está lleno de todo tipo de acontecimientos, hechos y realidades. Los seres humanos de todos los tiempos han intentado dividirlos entre dos categorías: buenos y malos. Esto siempre ha provocado largas y profundas reflexiones. ¿Por qué hay mal en el mundo? ¿Por qué existe la enfermedad y el sufrimiento? ¿Por qué hay guerras, terrorismo y odios?

En el evangelio podemos encontrar una respuesta a esta realidad. El mal no lo ha puesto Dios. Es fruto del demonio y de nuestra mal empleadas libertad. Dios es quien siembra lo bueno pero nos toca a nosotros, en plena libertad, hacer que esa semilla de buenos frutos.

Hoy, concretamente, ¿qué Cristo estás dando? ¿Eres de los hijos de Dios que con sus obras glorifican al Señor? Tienes la oportunidad en este día de ser de los que dan frutos buenos para ser recompensados hoy y siempre. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 13,36-43): En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo». Él respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. 
»De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».

Venid, benditos de mi Padre

En este primer lunes de cuaresma, Dios nos sigue llamando a conversión a través de la palabra de Dios.

La imagen del Juicio final nos ayuda a pensar que la vida en esta tierra se acabará un día. Muchos vivimos como si nunca fuéramos a morir. Esa es una de las razones por las que nos cuesta perdonar o nos aferramos con tanta fuerza al dinero o las cosas materiales.

En ese momento que solo el Señor sabe cómo será exactamente se distinguirá a dos tipos de personas. Por un lado están los benditos o por otro los malditos.

¿Quienes son los benditos? Aquellos que han amado mucho. Son los hombres y mujeres que han amado a Dios pero que ese amor se ha concretizado en el amor al prójimo. ¿Has dado de comer al hambriento de alimento físico y espiritual? ¿Has visitado a los enfermos del cuerpo y dado una palabra de aliento a los enfermos del alma? Pues eres un bendito del Padre. Eres un verdadero hijo de Dios.

¿Quienes son los malditos? Son los que no han amado. Se han pasado su vida para acumular riquezas y vivir para ellos mismos. Han centrado su felicidad en darse placer y poner su seguridad en la cosas de este mundo.

Hermanos y hermanas. Hoy el Señor nos invita a vivir la vida de tal forma que al final de nuestros días podamos escuchar la voz de Jesús que nos dice: “ven bendito de mi Padre”.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 25,31-46): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de Él todas las naciones, y Él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: ‘Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme’. Entonces los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?’. Y el Rey les dirá: ‘En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis’.

»Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis’. Entonces dirán también éstos: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?’. Y él entonces les responderá: ‘En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo’. E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna».

¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida!

La escritura habla de un Jesús maldiciendo… Si, como lo oyes… Dice: “se puso a maldecir”.

Todos nosotros tenemos o hemos tenido la imagen de un Jesús amoroso, de buen trato, cariñoso… Todo amable y lleno de caridad. ¿En qué momentos le vemos en la escritura con una actitud diferente? Cuando los que se suponen están llamados a tener una conducta santa, no la tienen.

Jesús compara ciudades. Las compara con otros pueblos paganos. De un pueblo idólatra no se espera nada, pero de uno que pertenece al pueblo de Dios se pide que por lo menos de signos de conversión.

Parecen duras las palabras de Jesús. ¡Ánimo! Van dirigidas a todos nosotros que estando en la Iglesia algunas veces tenemos una actitud “cerrada” a la conversión. Cuando no queremos perdonar o pedir perdón, cuando guardamos rencor o resentimiento, cuando hablamos mal a alguien; en definitiva, cuando nos comportamos como Corozaín o Betsaida.

Esta es una llamada firme a la conversión. ¡A tener hoy el mismo espíritu de Jesús!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 11,20-24): En aquel tiempo, Jesús se puso a maldecir a las ciudades en las que se habían realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que en sayal y ceniza se habrían convertido. Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, aún subsistiría el día de hoy. Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma que para ti».