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¿Habéis entendido todo esto?

Jesús intentaba, mediante el uso constante de parábolas, llegar al corazón de los hombres y mujeres de su tiempo. Esto también permitía invitar a la definición, en el sentido que si alguien le escuchaba con buena intención y sincero deseo de conversión, entendía perfectamente todo lo que decía. En cambio, si alguno le escuchaba con doblez o desde perspectivas antiguas y caducas, no podía entender nada.

El Señor quiere que entremos en el Reino de los Cielos, es decir, que vivamos en las cosas de Dios y disfrutemos de su amor. El Reino de Dios es para aquellos que se ajustan a la voluntad de Dios y se dejan amar por Él. Vivir en su Reino es la perfecta alegría y felicidad. En cambio, si alguno quiere vivir en el mundo, su vida será un llanto y amargura constante. Dios da sentido a nuestra vida y por eso podemos ver el amor de Dios en nuestra vida.

Hoy es un día oportuno para entrar en su voluntad. Hoy es un día para que podamos renunciar a nuestros odios, orgullos y apegos y digamos sí al Señor. Acogamos a diario a Dios en nuestro corazón. Este es el ejercicio espiritual que nos produce los mejores beneficios de nuestra vida: paz y amor pleno.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 13,47-53): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Habéis entendido todo esto?» Dícenle: «Sí». Y Él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo». Y sucedió que, cuando acabó Jesús estas parábolas, partió de allí.

Luchad por entrar por la puerta estrecha

¿Qué significa ser cristiano? Muchos son los que se llaman a sí mismo cristianismo porque han sido bautizados de pequeños en la iglesia católica o porque en otra denominación cristiana han acogido el mensaje del evangelio. ¿Con eso basta para decir que hemos alcanzado la categoría de cristianos?

Jesús siempre ponía las cosas en orden. Con sus palabras ayudaba a los que le escuchaban a entender plenamente la voluntad de Dios en la vida de cada uno. En ese sentido, el Señor dijo que, para ser discípulo de Él, había que entrar por una puerta estrecha que simboliza la historia que Dios nos ha regalado. La cruz es signo de puerta estrecha. Simboliza todos los acontecimientos que permite Dios en orden de nuestra santidad que a veces nos son difíciles de entender.

La cruz es la vida que tenemos, con su bajas y altas, alegrías y penas, aciertos y desaciertos. Esta puerta estrecha es la entrada alegre en la voluntad de Dios que se manifiesta en la historia de cada uno. Los que no quieren entrar, y por eso protestan y se quejan de todo lo que les pasa, nunca conocerán el amor de Dios. No podrán disfrutar de su amor y misericordia.

Solo invitados a entrar por la puerta estrecha. A realizar en nuestras vidas el amor de Dios. A qué nuestras obras estén en perfecta comunión con la voluntad divina. Solo así seremos felices. Este es el proyecto de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 13,22-30): En aquel tiempo, Jesús atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?». El les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’. Y os responderá: ‘No sé de dónde sois’. Entonces empezaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas’, y os volverá a decir: ‘No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!’. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos».