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En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios

Desde principios de la historia de la humanidad, las prostitutas y los funcionarios corruptos de los gobiernos han ocupado lugares detestables de la sociedad. Normalmente son despreciados por todas las sociedades. Sin embargo, Jesús les mencionaba cuando quería significar que si ellos hacían la voluntad de Dios eran mejores que aquellos que están en la Iglesia y dicen ser muy buenos cuando en realidad nunca hacen la voluntad de Dios.

La misma palabra es para nosotros hoy. El Señor nos invita a convertirnos seriamente. A dejar el “bulto, allante y movimiento” y poner en práctica la palabra de Dios. Nuestro Dios nos invita a vivir como hombre y mujeres íntegros. Nos dice que nuestras acciones deben coincidir con nuestras palabras.

¡Ánimo! Este adviento nos invita con amor a una conversión sincera de corazón. Nos llama a pensar que ella vida es muy corta, que todo pasa y que nos espera una vida mejor. Nunca dudemos del amor de Dios. Siempre pensemos en su gracia abundante.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 21,28-32): En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: ‘Hijo, vete hoy a trabajar en la viña’. Y él respondió: ‘No quiero’, pero después se arrepintió y fue. Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: ‘Voy, Señor’, y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?». «El primero», le dicen. Díceles Jesús: «En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en él».

No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal

Nos enfrentamos día a día a falsos conceptos de Dios y de lo que supuestamente es ser cristiano. Pensamos que el cristianismo es una religión donde se cumplen una serie de normas morales. Con nuestra formación de primera comunión reducimos la fe cristiana a la práctica litúrgica y la realización de una series de gestos de caridad social. Jesús nos enseña que es no es ser verdadero hijo de Dios.

El mismo Señor, cuando pasó por el mundo anunciando el reino de los Cielos nos mostró la novedad de su mensaje. Con sus acciones nos demuestra que estamos equivocados. Nuestro mesías es uno que se sienta a la mesa con publicanos y pecadores. Nuestro salvador es uno que muestra misericordia con todos, incluyendo a nosotros.

Seamos como Jesús. Seamos verdaderos hijos adoptivos de Dios. Perfectos, como nuestro Padre es perfecto. ¿De qué manera? Amando a todos sabiendo que no somos mejores que nadie. Reconociendo que también con nosotros, Jesús ha tenido muchísima misericordia. ¡Amén!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 9,9-13): En aquel tiempo, cuando Jesús se iba de allí, al pasar vio a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?». Mas Él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?

Jesús no vino por los buenos o por los que se creen buenos. Vino a salvar a los que se reconocen pecadores y saben, en lo profundo de su corazón, que no son merecedores de la misericordia divina.

La alegria que transmitía el Señor a los rechazados era sorprendente. Los corruptos de su tiempo cambiaban de conducta porque se encontraban con alguien que les amaba profundamente. Recibían el perdón y la misericordia. Esta era la fuerza capaz de transformar la vida de aquellos pecadores.

¡Ánimo! Hoy es bueno y conveniente experimentar el amor de Dios en nuestras vidas.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 9,9-13): En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?». Mas Él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: ‘Misericordia quiero, que no sacrificio’. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

No he venido a llamar a justos, sino a pecadores

El problema de los fariseos no es su conducta, es su hipocresía. El que se cree bueno, no se conoce y por tanto piensa que no tiene pecados. Esto le constituye en juez de los demás y ahí está la raíz de todos los males.

¿Tienes problemas en tu familia o matrimonio? ¿Piensas que lo que te está sucediendo hoy no te lo mereces o está mal? ¿Cuando piensas en tus compañeros de trabajo o amigos siempre miras sus defectos? Si la respuesta a todas estas preguntas es positiva, revisa en tu interior y te darás cuenta que a lo mejor no tienes iluminados tus pecados.

Jesús dice que ha venido a salvar a los pecadores. Si tú no tienes pecados o no puedes señalar uno solo en este momento eso quiere decir que estás fuera de la palabra de Dios y Jesús no puede venir a salvarte. 

Reconoceré hoy pecador y descubre el inmenso amor de Dios que te salva y perdona. Esa es la buena noticia. Tus pecados son perdonados por el amor inmenso que Dios tiene a los enfermos y pecadores.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 9,9-13): En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?». Mas Él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: ‘Misericordia quiero, que no sacrificio’. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal

La buena noticia que trae Jesús es que todos los que estén enfermos o tengan algún mal pueden encontrar sanación en Él. 

El Señor ha elegido a los pescadores de este mundo, ¿tú te sientes uno de ellos? La gran dificultad que hoy podemos tener es la de reconocernos pecadores. Somos tan soberbios e hipócritas que podemos pensar y creer que somos buenos. Si de verdad crees que eres un ser humano estupendo, entonces el cristianismo no es para ti.

El Señor ha dicho que no ha venido por los justo sino por los pecadores. Es decir, que si hoy te reconoces pecador te haces a ti mismo participe de la buena noticia de salvación. ¡Ánimo! El Señor te ama con tus pecados.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 9,9-13): En aquel tiempo, cuando Jesús se iba de allí, al pasar vio a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?». Mas Él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

Los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios

Los publicanos y rameras eran en tiempos de Jesús el símbolo de lo más perverso y despreciable. Un publicano era un funcionario público que robaba a sus hermanos de nacionalidad y traicionaba así  su raza. Ser publicano era sinónimo de ser ladrón, corrupto y traidor. Igual eran las rameras. En una sociedad machista las mujeres de la prostitucion estaban en el escalafón más bajo de la cadena social. Mujeres despreciables por su oficio contrario total a la ley de Dios.

Si esto es así, ¿por qué Jesús los toma como ejemplo siempre? ¿Por qué le Señor dice que ellos estarán en el reino de los cielos?

Es una manera de provocar en nosotros una reflexión profunda. Con estas expresiones el Señor nos dice que no somos mejores que nadie y que la clave para ser hijos suyos es obedecerle y poner en práctica su palabra. Frente a la palabra de Dios todos estamos llamados a conversión. Hoy, ¿estás dispuesto a ser mejor que publicanos y pecadores cumpliendo la ley de Dios?

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 21,28-32): En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: ‘Hijo, vete hoy a trabajar en la viña’. Y él respondió: ‘No quiero’, pero después se arrepintió y fue. Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: ‘Voy, Señor’, y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?». «El primero», le dicen. Díceles Jesús: «En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en él».