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Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia

La realidad es que Jesús trata a sus discípulos cooml los pastores a sus ovejas. Él nos cuida y protege de los peligros que existen en el mundo. Estos peligros son físicos pero sobre todo espirituales. Tenemos el riesgo de perdernos por los caminos del pecado.

Debemos renovar nuestra confianza en Jesús. Escuchar siempre su voz que nos invita poner nuestro corazón en las cosas de Dios. Solo Él puede ofrecernos el amor que tanto nos hace falta. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 10,1-10): En aquel tiempo, Jesús habló así: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba.

Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».

Venid, benditos de mi Padre

¿Quieres ser de los benditos de Dios? Haz el bien. El amor es la ley suprema. ¿Quieres hacer en totalidad la voluntad de Dios? Ama.

Hay muchos prójimos a los que amar. No solo son los hermanos de comunidad, los amigos o familiares. También hay muchos “pequeños” que andan por el mundo sin vestido, alimento o vivienda. ¿Alguna vez has hecho algo por ellos? ¿En algún momento has puesto tu tiempo o dinero al servicio de los más pobres?

Jamás serás oveja de Dios si no practicas las obras de misericordia con los más necesitas. Esta cuaresma es un tiempo propicio para lograr realizar la ley de Dios en tu vida. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 25,31-46): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de Él todas las naciones, y Él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: ‘Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme’. Entonces los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?’. Y el Rey les dirá: ‘En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis’.

»Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis’. Entonces dirán también éstos: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?’. Y él entonces les responderá: ‘En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo’. E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna».

No es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños

¡Qué alegría saber que tenemos a un Dios que nos ama! El Señor nos cuida siempre como un pastor a sus ovejas. Tiene misericordia de todos. Siente ternura por las ovejas más débiles de su redil.

La Iglesia es un pequeño rebaño del Señor. Sus miembros son ovejas débiles que han sido apacentadas por el Señor. Necesitamos que alguien nos cuide, proteja y ame.

¡Nunca dudes del amor de Dios! Él te ama ciertamente.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 18,12-14): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños».

Éste acoge a los pecadores y come con ellos

Jesús vino a salvar lo que estaba perdido. Vino al mundo a perdonar a los pecadores. ¿Cómo dices que no tienes pecado?

El mayor de los desafíos a la hora de llevar a las personas a Dios es que se reconozcan pecadores. La mayoría de las personas tienen un alto valor de si mismos. Todos se creen muy buenos. No tienen conciencia de sus pecados y debilidades.

El problema con esta realidad es que nunca conoceremos el amor de Dios si no nos conocemos a nosotros mismos. La verdad es que somos grandes pecadores. ¿Le puedes poner nombre a tus debilidades y maldades? Si es así, entonces eres consciente de quien eres. Estás en el inicio de una verdadera conversión.

¡Alégrate! Cristo viene a salvar a los pecadores. El Señor te muestra el maravilloso amor de Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 15,1-10): En aquel tiempo, todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos».

Entonces les dijo esta parábola. «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión.

»O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido’. Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».

No es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños

La misericordia de Dios es eterna y, podríamos decir, inexplicable. ¿Cómo es posible que alguien deje el 99 por ciento de lo que tiene para recupera solo el 1%? La lógica humana no entra dentro de esquemas humanos.

La naturaleza de nuestro Dios, mostrada en en Jesús, es amar a todos y todas, especialmente a las ovejas descarriadas. No ha venido por los sanos, si no por los enfermos. Ha venido a salvar, y no condenar. Entonces, ¿Por quién vino el Señor Jesús? Por ti y por mí.

Somos la oveja descarriada. Somos los enfermos. Somos los que necesitamos experimentar todos los días el amor de Dios. Este tiempo de adviento es momento propicio para hacer la voluntad de Dios y abrir nuestro corazón al amor. ¿Alguna vez as experimentado el perdón? Si te falta vivir esta experiencia, espera en el Señor, que podrás alabarlo.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 18,12-14): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños».