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La justicia, la misericordia y la fe

El cristianismo no es ley ni imposición. No podemos transformar la Fe cristiana en un mecanismo para separar a buenos y malos. No podemos hacer de la palabra de Dios un látigo con el que damos golpes a los demás.

La misericordia es lo más importante. No hay nadie que la supere. Jesús es la misericordia hecha carne. Vino al mundo a salvar y no condenar. Si… hermanos… vino a salvar a los homosexuales, a los que abortan, a los funcionarías corruptos… y sobre todo a ti y a mi que somos peores que todos ellos juntos. Dice San Juan en su carta que “si decimos que no hemos pecado, hacemos parece a Jesucristo como un mentiroso”.

¡Nadie puede considerarse superior a los demás! ¡Nadie puede convertir el cristianismo en una especial de moral para selectos. Todo lo contrario. Dios es aquel que hace “salir el sol sobre buenos y malos, sobre justo e injustos”. Si vives la experiencia maravillosa que Dios te ha amado a ti pecador, siempre serás misericordioso con todos. Vive de esta forma el cristianismo. Solo así seremos sal y luz de la tierra. Amén.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 23,23-26): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña y codicia! ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!».