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Éste es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo

Jesús manifiesta, en su vida terrestre, su fuerzo a través de milagros, señales y prodigios. Estos hechos tienen la función de mostrar al mundo que el reino de Dios había llegado y que él era el mesías esperado. ¿Qué tipo de Salvador era Jesús?

Jesucristo no era un mesías político. Era alguien que venía a curar las heridas, sanar a los enfermos, exorcizar endemoniados y dar de comer a los hambrientos. Nuestro Señor vino a dar un alimento que sacia el hambre de justicia, paz y amor. Transforma la vida de aquellos que le conocen manifestado, de una forma maravillosa, el amor de Dios. ¿Te lo crees? Pues serás saciado del alimento espiritual que Dios quiere darte hoy.

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 6,1-15): En aquel tiempo, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia Él mucha gente, dice a Felipe: «¿Dónde vamos a comprar panes para que coman éstos?». Se lo decía para probarle, porque Él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco». Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?».

Dijo Jesús: «Haced que se recueste la gente». Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil. Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda». Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. Al ver la gente la señal que había realizado, decía: «Éste es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo». Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte Él solo.