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De Egipto llamé a mi hijo

En las escrituras, Egipto es símbolo de esclavitud, oscuridad y muerte. Egipto simboliza la condición humana sometida al poder del pecado. Es precisamente de esa situación de la que Dios quiere sacarnos día a día. Nos quiere liberar. Nos quiere introducir en una nueva realidad de amor y compasión.

Jesús es el Salvador enviado por Dios para realizar su plan de salvación con cada uno de nosotros. La navidad es tiempo para celebrar el triunfo del Señor sobre cualquier tipo de esclavitud o muerte. La navidad es tiempo de hacer presente que Dios se ha hecho carne, uno con nosotros, para destruir en nuestro ser todo rastro de oscuridad, desesperanza o agobio.

¡Ánimo! Nos ha nacido El Salvador. Podemos disfrutar de las maravillas que ha hecho y quiere seguir haciendo en nuestra vida. ¡Feliz navidad!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 2,13-18): Después que los magos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al Niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al Niño para matarle». Él se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo».

Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen».

Movido por el Espíritu

Hay otro protagonista importante en estas fiestas navideñas y este es el Espíritu Santo. Todo lo que ha sucedido, según lo dicho por los personajes de los relatos de la Natividad de Jesús, es fruto de su acción.

Simeón, hombre bueno y piadoso, profetiza, y esto la hace gracias al Espíritu Santo. María y José escuchan atentos y todo lo guardan en su corazón y esto lo hacen gracias al Espíritu Santo. Los padres de Jesús cumplen la ley de Dios y esto lo hacen, gracias al Espíritu Santo.

Pidamos a Dios en el día de hoy el Espíritu Santo para hacer su voluntad y así se puedan realizar en nosotros los proyectos de nuestro Señor. Amén

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 2,22-35): Cuando se cumplieron los días de la purificación según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.

Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y en él estaba el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al Niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre Él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel».

Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».