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Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios

¡Cuántas maravillas ha obrado Dios en nosotros! Estemos concientes o no de la acción de Dios en nuestra vida, lo cierto es que en todo momento el Señor realiza obras grandes en nosotros. Nos ha dado en don de la vida, un propósito, una familia, un trabajo o estudio donde apoyarnos, amigos y otras cosas más. Lo lamentable es que a pesar de todo eso, muchas veces somos unos malagradecidos.

Jesús una vez curó diez leprosos y solo uno volvió para dar gloria a Dios. Es decir, los otros nueve… ¿qué buscaban? Solo su interés personal. Buscaban de forma egoísta el milagro físico pero se olvidaron del mayor de los milagros: el moral.

Jesús puede tocar nuestros corazones y transformar nuestras vidas. El puede hacer de nosotros personas sanas que alaben a Dios en todo momento. La Fe es encontrarse en lo profundo del corazón con el amor de Dios. ¿Reconoces a Jesús como tú Mesías y salvador? Vuélvete a Dios hoy y canta las maravillas de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 17,11-19): Un día, de camino a Jerusalén, Jesús pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!». Al verlos, les dijo: «Id y presentaos a los sacerdotes».

Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: «¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?». Y le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado».

Volviéndose, les reprendió

El Reino de los Cielos no se construye sobre la base de la violencia y odio. Imaginen el gran poder de Jesús que podía controlar los vientos y sanar todas las dolencias. Tenía toda la fuerza para liberarse de cualquier peligro y castigar como quisiera a cualquier persona. Lo maravilloso es que nuestro Señor no uso ese poder para hacer daño.

Esto es un ejemplo para todos nosotros. Santiago y Juan querían matar a sus enemigos. Jesús quería salvarles mediante el amor y el perdón. Nos enseña que la violencia nunca es una opción para los cristianos. Mostraremos el rostro de Dios en la tierra en la medida que mostremos su amor a todos y todas. ¡Ánimo! Dios nos da esto como una gracia.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 9,51-56): Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, Él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?». Pero volviéndose, les reprendió; y se fueron a otro pueblo.