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Levantaos, no tengáis miedo

¿Cuál es la oferta de Jesús? Dios quiere que todos tengamos vida y vida en abundancia. Por eso envía a la tierra a su único hijo con una misión muy específica y concreta. Esta es es la que tengamos ánimo, paz y alegría. ¿Cómo se realiza concretamente esta misión en nuestra vida?

El Señor se llevo a sus más cercanos a un monte alto. Este recibe todavía hoy el nombre de Tabor. En dicho momento mostró en su carne lo que quiere hacer en el espíritu de todos nosotros: transfigurarnos.

La transfiguración nos hace ver que la obra de Dios en nosotros es nuestra resurreción. Nos cambia la vida ver el amor de Dios manifestado en Jesús. El Señor muestra el amor de Dios cuando nos indica el camino que el quiere realizar en nosotros. 

Por eso nos dice: ¡ánimo! Quiere que veamos que la obra en nosotros es de luz. Si tienes problemas, miedos, dudas o preocupaciones piensa en que llegará el momento en que el Señor te transfigurará con Él. ¿Cómo lo hará? Si permaneces en oración. 

Oremos para ser transfigurados el día del Señor.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 17,1-9): En aquel tiempo, Jesús toma consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con Él. Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: «Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». 
Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle». Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo. Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: «Levantaos, no tengáis miedo». Ellos alzaron sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo. Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos».

¡Ánimo!, que soy yo; no temáis

Jesús siempre calma la tempestad. Hay tanto en nuestra vida de eso. Muchas veces nos levantamos y no tenemos ganas de enfrentar el día. Estamos cansados de tanto batallar. Necesitamos alguien que nos ayude, que nos anime! Ese es Jesús, nuestro Señor.

La gente busca a Jesús por muchas razones. Intentan satisfacer sus necesidades básicas. El Señor quiere darnos lo que verdaderamente necesitamos: calma en la tempestad de la vida.

Sería bueno que hoy pensaras en esas cosas que te atormentan o te quitan La Paz. Es bueno que hoy confíes en el Señor y sepas que Dios tiene el poder de sanarte y calmarte.

¡Ánimo! Hoy el Señor te mostrará su amor. Te dará paz y alegría.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 14,22-36): En aquellos días, cuando la gente hubo comido, Jesús obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la gente. Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí.
La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario. Y a la cuarta vigilia de la noche vino Él hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar. Pero al instante les habló Jesús diciendo: «¡Ánimo!, que soy yo; no temáis». Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir donde tú sobre las aguas». «¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!». Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?». Subieron a la barca y amainó el viento. Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: «Verdaderamente eres Hijo de Dios».
Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y le presentaron todos los enfermos. Le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron salvados.

Dadles vosotros de comer

Jesús siente compasión de la gente. En el mundo hay millones de personas necesitadas de ayuda material. Hay muchísimos más que necesitan de ayuda espiritual. Jesús quiere “saciarlos” de lo que les falta. Él quiere que puedan descubrir el amor de Dios en sus vidas. ¿Cómo lo hace Jesús?

Para realizar este milagro el Señor se vale de sus discípulos. El multiplica lo que tienen: cinco panes y dos peces. ¿Esto que quiere significar? Que el Señor les hace experimentar primero a sus discípulos su amor y luego hace que  ellos se lo den a las personas.

Si has recibido mucho amor de parte de Dios tienes la misión de dárselo a la  gente para que al igual que tu puedan ser saciados del amor de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 14,13-21): En aquel tiempo, cuando Jesús recibió la noticia de la muerte de Juan Bautista, se retiró de allí en una barca, aparte, a un lugar solitario. En cuanto lo supieron las gentes, salieron tras Él viniendo a pie de las ciudades. Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos. 
Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: «El lugar está deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida». Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer». Dícenle ellos: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces». Él dijo: «Traédmelos acá». 
Y ordenó a la gente reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos. Y los que habían comido eran unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.