¿A qué es semejante el Reino de Dios?

Es de conocimiento universal que Jesús anunciaba incesantemente el Reino de Dios. Su mensaje de salvación se esparcía por todos los pueblos, aldeas y lugares que visitaba o enviaba a sus discípulos como testigos de esa verdad. ¿En qué consiste dicha buena noticia? ¿Cuál es el centro fundamental del mensaje de salvación?

Nuestro Señor vino a la tierra humilde, pequeño y semejante a nosotros (menos en el pecado). Esto quiere decir que lo que Dios inicia en nosotros siempre empieza sin la apariencia de lo que es. En la medida que Jesús fue manifestándose, grandes señales y prodigios se hicieron presente. Es decir, lo que comenzó en un pesebre se convirtió en la salvación del mundo entero.

Así es el proyecto de Dios en nuestra vida. Pensamos que nunca cambiaremos o que las cosas que nos pasan superan nuestras fuerzas. Nos parece que somos incapaces de cumplir la ley de Dios. Hoy el Señor te dice ¡ánimo!. Lo que hoy parece una semilla insignificante, Dios lo convertirá en árbol grande y frondoso.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 13,18-21): En aquel tiempo, Jesús decía: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas». Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo».

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