Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos

Los que estamos en la Iglesia, sobre todo aquellos que tenemos muchos años, podemos caer en el peligro de pensar qu estamos salvados y que somos mejores que los demás. Es terrible ver cómo muchos tenemos una actitud soberbia hacia los demás creyendo que somos mejores. Eso no es cristiano.

Es por eso que Jesús siempre rompe los esquemas. Es el Señor que da a cada uno según le plazca y de hecho, aún las pocas cosas buenas que hacemos, son fruto del Espíritu Santo en nosotros. Lo bueno no viene de nosotros sino de Dios.

Pidamos a Dios la humildad de ocupar siempre el último lugar. Pidamos ser humildes y considerar a los otros superiores a nosotros. Ese es el camino del cristianismo. Es el camino de Jesús.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 20,1-16): En aquel tiempo, Jesús dijo a los discípulos esta parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Salió luego hacia la hora tercia y al ver a otros que estaban en la plaza parados, les dijo: ‘Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo’. Y ellos fueron. Volvió a salir a la hora sexta y a la nona e hizo lo mismo. Todavía salió a eso de la hora undécima y, al encontrar a otros que estaban allí, les dice: ‘¿Por qué estáis aquí todo el día parados?’. Dícenle: ‘Es que nadie nos ha contratado’. Díceles: ‘Id también vosotros a la viña’.
»Al atardecer, dice el dueño de la viña a su administrador: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, empezando por los últimos hasta los primeros’. Vinieron, pues, los de la hora undécima y cobraron un denario cada uno. Al venir los primeros pensaron que cobrarían más, pero ellos también cobraron un denario cada uno. Y al cobrarlo, murmuraban contra el propietario, diciendo: ‘Estos últimos no han trabajado más que una hora, y les pagas como a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el calor’. Pero él contestó a uno de ellos: ‘Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en un denario? Pues toma lo tuyo y vete. Por mi parte, quiero dar a este último lo mismo que a ti. ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?’. Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos».

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