Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos

Existen muchas canciones y películas sobre unos interesantes animales: los lobos. Cuando el “imaginario colectivo” piensa en lobos, inmediatamente nos viene a la cabeza la imagen de un animal salvaje, peligroso, de mucho cuidado… Te puede comer….

Los cristianos vivimos en el mundo. El mundo es imagen de una gran diversidad de realidades y personas. Este mundo, creado por Dios, es nuestro hogar, pero también en él nos encontramos con elementos que muchas veces nos parecen no tan familiares, ¿por qué? Pues porque al ser cristianos, nuestros valores, principios, forma de ser y actuar, “choca” con muchas realidades que para el “mundo” son normales.

En este “mundo” hay muchos “lobos”. Muchos peligros, muchas personas que pueden hacernos daño, que pueden difamarnos, herirnos, incluso…. “Comernos”. Un lobo caza a su presa… Para el sobrevivir, mata a su presa. Los lobos son símbolo de todo aquello que nos puede alejar de Dios, de nuestra misión. Lo contrario de un lobo es una oveja… Mansa… Humilde… Se deja “comer”.

¡Sed prudentes! Cuidao’ con el lobo… Te puede comer. Pero no tengas miedo, ¡Dios contigo siempre!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 10,16-23): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas. Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros.

Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará. Cuando os persigan en una ciudad huid a otra, y si también en ésta os persiguen, marchaos a otra. Yo os aseguro: no acabaréis de recorrer las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del hombre».

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