¡Y a ti misma una espada te atravesará el alma!

El sufrimiento humanamente no tiene sentido. Todo el mundo lo rechaza. Nadie quiere sufrir. Nos pasamos la vida entera trabajando y esforzándonos para precisamente pasarla bien, ser felices y no sufrir. De hecho hay religiones que hablan de “Pare de sufrir”. ¿Puede el sufrimiento tener algo de sentido?

No hay nada parecido al sufrimiento de una madre que tiene que ver a su hijo condenado a muerte y ser Crucificado para vergüenza de toda su familia y de ella misma. ¡Qué duro es ver sufrir a su hijo querido!

María, da ejemplo de santidad. Ella no huye del sufrimiento. Antes bien, encuentra en el la oportunidad de santidad. Entra en la voluntad de Dios y al hacerlo, convierte el mal en bien, el sufrimiento en santidad. 

Sigamos hoy el “camino” de María que sabiendo la voluntad la realiza con la seguridad de que Dios le dará la felicidad verdadera.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 2,33-35): En aquel tiempo, el padre de Jesús y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».

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