Jesús comunicaba la buena noticia con parábolas diversas. Intentaba purificar la intención de aquello que le escuchaban. Los que tenia buena disposición, escuchaban y ponían en práctica su palabra.
Su lenguaje sencillo, cercano y lleno de símbolos ayudaban a todos a entender misterios y realidades espirituales. El mundo necesita una palabra de aliento y amor. Solo el Señor Jesucristo puede darla.
Hoy es un día para renovar la esperanza. Es posible que sintamos que nada cambia y que permanecemos iguales en todo. No nos dejemos engañar. La semilla de palabra está sembrada y creciendo en los corazones de todos aquellos que Dios ha destinado para que sean sus hijos. ¡Ten paciencia! ¡Permanece en el Señor! El tiempo de la cosecha vendrá y se hará una realidad. ¡Ánimo!
Leer:
Texto del Evangelio (Mc 4,26-34): En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega».
Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra». Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado.