Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador

¡Son muchas las maravillas de Dios! Realmente nosotros podemos bendecir a nuestro Señor en todo momento. Son muchos los milagros que ha hecho en nuestro favor. ¡Bendito sea nuestro Salvador!

La iglesia es una comunidad de testigos. Somos todos miembros de una asamblea de hermanos y hermanas que hemos experimentado el Amor de Dios a través de muchas acciones divinas. Nuestras familias han sido reconstruidas, nuestros vidas han adquirido sentido, hemos DIDIS liberados de muchas esclavitudes; en fin, podemos gritar con alegría que Dios ha sido verdaderamente bueno con nosotros.

Vivamos este día en un clima de alegría y bendición. Nunca perdamos La Paz que viene de sabernos hijos de Dios. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 1,39-56): En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos». María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.

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