Nada hay oculto que no quede manifiesto

Las maravillas que Dios hace todos los días, en favor de nosotros, deben quedar en evidencia. No podemos callar las acciones del Señor. Se hace necesario, casi mandatorio, que proclamemos por todas partes los hechos portentosos de salvación. ¿Estás dispuesto?

Jesús es la luz que ilumina toda realidad. Con su muerte y resurrección ha destruido las tinieblas e iluminado al mundo entero con la Lu de la resurrección. Nosotros somos testigos de eso. En nuestra vida se ha realizado esta experiencia de victoria sobre nuestras muertes existenciales. ¡Por eso no podemos callar! Pongamos dicha luz bien alto, para todos queden iluminados con su esplendor.

Seamos discípulos dóciles al envío que el Señor nos hace. Tenemos la misión de hacer público lo que Dios ha hecho en nuestra vida. No tengamos miedo. El bien siempre triunfa sobre el mal. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 8,16-18): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de un lecho, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. Pues nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser conocido y descubierto. Mirad, pues, cómo oís; porque al que tenga, se le dará; y al que no tenga, aun lo que crea tener se le quitará».

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