Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies

¿Estás dispuesto a ser obrero de Dios? El Señor nos invita a la evangelización en todas sus formas. En el cristianismo no hay “desempleados”. Todos estamos llamados a trabajar en la mies del Señor.

La evangelización se hace con palabras y acciones. Realmente podemos catequizar y anunciar el Kerygma pero debemos acompañar la predicación con obras de vida eterna. El mismo Jesús cuando anunciaba el Reino de los Cielos demostraba que su palabra era verdadera perdonando y sanando a todos.

De nosotros, los cristianos, se espera una disponibilidad misionera. El encuentro personal y profundo con el amor de Dios nos hace testigos de su acción en nuestra vida. ¿Estás dispuesto a compartir tu experiencia con todos? Si lo haces así, serás feliz. ¡Ánimo!

Leer:
Texto del Evangelio (Mt 9,32-38): En aquel tiempo, le presentaron un mudo endemoniado. Y expulsado el demonio, rompió a hablar el mudo. Y la gente, admirada, decía: «Jamás se vio cosa igual en Israel». Pero los fariseos decían: «Por el Príncipe de los demonios expulsa a los demonios».

Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies».

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