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Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará

Lo más sabio es vivir como si ya fuéramos seres celestes. Todo lo que vemos y tocamos es finito. Todo pasa. Nada es eterno. Solo Dios basta.

La raíz de muchos pecados y males está en el apego desordenado de las cosas de este mundo. El Señor nos invita a ordenar según su palabra esta relación. Somos invitados a tener nuestro corazón en el cielo.

Trataremos hoy y siempre de escuchar a Dios y quererle por encima de todas las cosas. Solo así seremos felices.

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 17,26-37): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían; pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste.

»Aquel día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará. Yo os lo digo: aquella noche estarán dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro dejado; habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada». Y le dijeron: «¿Dónde, Señor?». Él les respondió: «Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres».

Mirad y guardaos de toda codicia

En las escrituras hemos leído muchas frases advirtiendo el peligro que tiene la abundancia de los bienes o riquezas. El Señor mismo habló sobre ese tema. Incluso nos invitó a decidir si adoramos a Dios o al dinero.

Según el diccionario, la palabra codicia hace referencia al deseo vehemente de poseer muchas cosas, especialmente riquezas y bienes. Es otras palabras, el Señor no dice que tener bienes sea malo, lo que si quiere decir que el apego desordenado a los mismo es un exceso y por tanto, un pecado.

Vivimos en mundo donde venden la idea que para ser exitoso y feliz hay que hacer rico como sea. Se nos invita al consumo desmedido y al poseer lo último de todo: ropa, teléfono, computadora entre otras cosas. Esto es una gran mentira. Hoy el Señor nos dice que la vida y felicidad no está asegurada en los bienes, ¿realmente te lo crees? Apégate al Amor de Dios y describirás la felicidad que produce amar a Dios por encima de todo. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 12,13-21): En aquel tiempo, uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo». Él le respondió: «¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?». Y les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes».
Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: ‘¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?’. Y dijo: ‘Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea’. Pero Dios le dijo: ‘¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?’. Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios».