Las escrituras hablan de que Dios no nos ha creado para morir sino para vivir. Es por eso que vino Jesús al mundo, para salvarnos de la muerte y resucitarnos para una vida eterna.
El pan que baja del cielo es Jesucristo que se entrega por nosotros. El amor es entregarse, donarse, servir y amar al prójimo. Es perdonar siempre. Inclusive, el Señor nos enseñó a amar a nuestros enemigos sabiendo con eso que se construye un mundo de paz y bendición.
Hoy es el día de hacernos una misma cosa con Jesús. Participar de su naturaleza. Ser verdaderos hijos de Dios.
Leer:
Texto del Evangelio (Jn 6,52-59): En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?». Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre». Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.