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¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

Todos esperamos ser felices en esta vida que Dios nos ha regalado. Nos parece tan corto el tiempo de nuestra existencia. Dice el salmo que el más robusto llega hasta 80 años queriendo decir que es una bendición vivir hasta esa edad. ¿Qué debemos hacer para bien vivir este tiempo vital?

La clave de la felicidad cristiana está en la bendición. Somos felices porque sabemos descubrir a Dios en cada aspecto de nuestra vida. Nuestra existencia se llena de propósito cuando sabemos que Dios está presente y quiero nuestro bien. Cuando somos concientes de que todo obedece a un plan divino entonces podemos encontró el sentido pleno de nuestra existencia.

No seamos como Herodes y los fariseos que son para nosotros hoy símbolo de todo aquel que no se da cuenta del amor de Dios presente en el mundo y en su vida. Hoy todos somos invitados a decir: ¡bendito sea el Señor!

Leer:

Texto del Evangelio (Lc 13,31-35): En aquel tiempo, algunos fariseos se acercaron a Jesús y le dijeron: «Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte». Y Él les dijo: «Id a decir a ese zorro: ‘Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén’.
»¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar vuestra casa. Os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!».

Venid, benditos de mi Padre

En este primer lunes de cuaresma, Dios nos sigue llamando a conversión a través de la palabra de Dios.

La imagen del Juicio final nos ayuda a pensar que la vida en esta tierra se acabará un día. Muchos vivimos como si nunca fuéramos a morir. Esa es una de las razones por las que nos cuesta perdonar o nos aferramos con tanta fuerza al dinero o las cosas materiales.

En ese momento que solo el Señor sabe cómo será exactamente se distinguirá a dos tipos de personas. Por un lado están los benditos o por otro los malditos.

¿Quienes son los benditos? Aquellos que han amado mucho. Son los hombres y mujeres que han amado a Dios pero que ese amor se ha concretizado en el amor al prójimo. ¿Has dado de comer al hambriento de alimento físico y espiritual? ¿Has visitado a los enfermos del cuerpo y dado una palabra de aliento a los enfermos del alma? Pues eres un bendito del Padre. Eres un verdadero hijo de Dios.

¿Quienes son los malditos? Son los que no han amado. Se han pasado su vida para acumular riquezas y vivir para ellos mismos. Han centrado su felicidad en darse placer y poner su seguridad en la cosas de este mundo.

Hermanos y hermanas. Hoy el Señor nos invita a vivir la vida de tal forma que al final de nuestros días podamos escuchar la voz de Jesús que nos dice: “ven bendito de mi Padre”.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 25,31-46): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de Él todas las naciones, y Él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: ‘Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme’. Entonces los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?’. Y el Rey les dirá: ‘En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis’.

»Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis’. Entonces dirán también éstos: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?’. Y él entonces les responderá: ‘En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo’. E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna».