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Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos

Los pobres, mansos, humildes, hambrientos, sedientos, perseguidos y calumniados son bienventurados. ¡¿Cómo?! Pero a simple lectura parece algo sin sentido. Pues el mismo Jesús lo dijo. ¿Por qué?

El ideal de felicidad del ser humano, hijo de la postmodernidad y la 4ta revolución industrial, es material. Se nos ha vendido la idea de que para ser plenamente feliz tienes que tener mucho dinero, fama y darte gusto en todo. En realidad, esto es reducir al ser humano a simple materia. En la lógica de Dios esto nunca ha sido su voluntad.

Dios nos ha creado para que podamos descubrir que Él es nuestro padre y su amor es la respuesta a todas nuestras penas y tristezas. Dios nos ama y quiere que seamos plenamente felices. Y su felicidad consiste en entrar en la historia de cada día cantando las maravillas del Señor.

Pidamos a Dios que hoy seamos felices de verdad. Que sepamos que el sufrimiento tiene sentido en la cruz de Cristo. De esa manera nuestra dicha superará toda medida. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 5,1-12a): En aquel tiempo, viendo Jesús la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos».