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Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí

Muchas personas piensan que ser cristianos consiste en cumplir una serie de normas y preceptos. Es decir, que reducen la práctica cristiana a ir al templo, participar en la misa o cumplir con la ofrenda.

Ciertamente, todo ello es muy bueno y necesario, pero si lo vivimos de externa y sin vivirlas desde adentro, corremos el riesgo de que todo sea un cumplimento externo y que no toque el corazón.

La ley puede ser resumida, toda ella, en el precepto del amor. El amor cristiano mira lo primero el bien del prójimo. Lo excusa y perdona todo. Incluso, ama al enemigo. Si amamos de esa manera, como Cristo nos amó, entonces cumplimos la ley. Ánimo, sabemos que humanamente no podemos. Por eso podemos apoyarnos en Jesús y en su gracia cumplir los mandamientos de Dios.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 7,1-13): En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén. Y vieron que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas, -es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos, y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas-.

Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan: «¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?». Él les dijo: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres’. Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres». Les decía también: «¡Qué bien violáis el mandamiento de Dios, para conservar vuestra tradición! Porque Moisés dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre y: el que maldiga a su padre o a su madre, sea castigado con la muerte’. Pero vosotros decís: ‘Si uno dice a su padre o a su madre: Lo que de mí podrías recibir como ayuda lo declaro “Korbán” -es decir: ofrenda-’, ya no le dejáis hacer nada por su padre y por su madre, anulando así la Palabra de Dios por vuestra tradición que os habéis transmitido; y hacéis muchas cosas semejantes a éstas».

Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí

Jesús, en algunas ocasiones habló muy con cierta dureza a los fariseos y escribas. ¿Por qué hacía esto? Porque quería llamar la atención sobre lo que realmente importa: el cumplimiento del espíritu de la ley.

En nuestra cultura occidental es constumbre el apego a los procedimientos y normas. Nos enfocamos en procesos que a veces no toman en cuenta la dimensión humana, es decir, olvidan que las leyes y reglamentos se elaboran para servir mejor a la persona humana y a la sociedad en general.

Nuestro Señor Jesucristo siempre pone acento o atención en lo que es realmente importante. Es el espíritu de la ley, basada en el amor, lo más importante de una normativa. Por amor hacemos todo. Por amor se establecen las constumbres y se refuerzan los comportamientos. Es el amor la ley de leyes. Si amamos, cumplimos la ley entera. ¿Estás dispuesto a cumplir esta ley de amor? ¡Ánimo! Dios nos ayudará siempre.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 7,1-13): En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén. Y vieron que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas, -es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos, y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas-. 
Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan: «¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?». Él les dijo: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres’. Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres». Les decía también: «¡Qué bien violáis el mandamiento de Dios, para conservar vuestra tradición! Porque Moisés dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre y: el que maldiga a su padre o a su madre, sea castigado con la muerte’. Pero vosotros decís: ‘Si uno dice a su padre o a su madre: Lo que de mí podrías recibir como ayuda lo declaro “Korbán” -es decir: ofrenda-’, ya no le dejáis hacer nada por su padre y por su madre, anulando así la Palabra de Dios por vuestra tradición que os habéis transmitido; y hacéis muchas cosas semejantes a éstas».