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Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron

La llamada que Jesús hace a sus discípulos es una invitación a vivir de forma diferentes. Es una renuncia a la vida pasada y la apertura a una nueva realidad. Acoger su llamado es aceptar cambiar radicalmente de vida. ¿Tú has hecho esa experiencia?

No podemos ser tibios. Las sagradas escrituras que a los tibios el Señor los “vomita de su boca”. Los tibios son aquellos que están con Dios y con él diablo. Aquellos que aparentemente están en la iglesia y asumen algunas actitudes piadosas pero no deja el mundo y sus costumbres.

Nuestro Señor nos invita a una radicalidad evangélica. A vivir en Jesús sabiendo que es con mucho lo mejor. Esa radicalidad o compromiso total conduce a la vida eterna y perfecta felicidad. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 4,18-22): En aquel tiempo, caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres». Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron.

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron

La llamada Jesús debió ser poderosa. Abordaba a sus elegidos, los llamaba y ellos se iban con Él. ¿Qué tiene Jesús que hacía que las personas dejaran todo para seguirle?

Precisamente el Señor era la fuente y fin de ese cambio radical de vida. Lo que ofrecía lo daba. Su entrada en la vida de persona causaba y causa un terremoto. ¿Alguna vez has experimentado algo así?

Nuestro Jesús quiere tu felicidad hoy. Él quiere que vivamos una vida nueva. Nuestro Señor reconoce que trabajar y tener proyectos personales es algo bueno. Él quiere que tu trabajo y tus temas tengan trascendencia. Que tengan la fuerza y certeza de que lo que hacemos sucede porque forma parte fundamental del proyecto de Dios. 

Leer:

En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: -«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso; y vinieron donde Él

La llamada de Jesús se hace hoy presente en medio de nuestras vidas. Hoy, una vez más, el Señor nos llama a la misión como lo hizo hace dos mil años con sus apóstoles. ¿Cómo es esto posible?

El mundo en general y nosotros en particular necesitamos de una presencia más viva de Dios. Esto se hace con palabras y obras. Así como los apóstoles fueron llamados a compartir la misión de Jesús y fueron enviados así somos nosotros invitados a dar la vida por esta generación. 

Hagamos presente el espíritu cristiano en nuestra familia, trabajo, barrio y en todos los ambientes que nos toque vivir. Hoy más que nunca el mundo necesita de un cristianismo amoroso, misericordioso y cercano. Hoy más que nunca las personas necesitan de ti, del amor de Dios vivo en ti.

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 3,13-19): En aquel tiempo, Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso; y vinieron donde Él. Instituyó Doce, para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó.

Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres

Jesús ha anunciado el Reino de Dios. Su misión es hacer presente la buena noticia de que Dios nos salva y nos quiere tanto que nos introduce en su reino de amor, paz y perdón. La misión de Jesús también es nuestra misión.

Para hacer nuestro el llamado que hizo Jesús a sus discípulos tenemos que tener disponibilidad. Cuando Padro, Santiago o Juan escuchan la llamada dejan sus “temas” y siguen a Jesús. Hacer nuestra la misión de anunciar el Reino de los Cielos hace falta renunciar a nuestros temas para seguir a Jesús y cumplir su enseñanzas y mandatos. ¿Estás dispuesto?

Todo cristiano tiene la misma llamada. Todos los cristianos estamos llamados a evangelizar. Por eso, lo mas importante para nosotros es esta misión. Abrir nuestro corazón a esta llamada es la clave de nuestra felicidad. ¡Ánimo! El Señor nos llama, ¿cuál es tu respuesta?

Leer:

Texto del Evangelio (Mc 1,14-20): Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva». Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres». Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras Él.