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Mujer, ¿por qué lloras?

¿Por qué lloramos? Porque en este mundo solo hay tristeza y angustia. Ciertamente tenemos nuestros consuelos temporales pero también experimentamos todos los días la realidad de un mundo precario.

Jesús ha resucitado para que en nuestra vida no tengamos que llorar más. Resucita para convertir nuestra tristeza en gozo, para hacernos pasar de la muerte a la vida y así poder ser felices según Dios.

¡Ánimo! ¡Vivamos cincuenta días de resurrección!

Leer:

Texto del Evangelio (Jn 20,11-18): En aquel tiempo, estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto». Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?». Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré». Jesús le dice: «María». Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní», que quiere decir “Maestro”». Dícele Jesús: «No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: ‘Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios’». Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.

Mujer, ¿por qué lloras?

Ya no tenemos razón para llorar o estar tristes. Un mundo de esperanza y alegria se abre ante nosotros. Hemos celebrado y seguimos haciéndolo, el centro de nuestra Fe. Cristo ha vencido la muerte para nosotros. ¡ÁNIMO!

Una mujer perdonada y amada por Jesús es la que está frente al sepulcro vacío. Ella experimentó el amor inmenso de Dios en su vida. Este encuentro personal con jesús le transformó y le liberó de todos sus pecados y debilidades. Cristo le sacó del infierno donde vivía y le dio la posibilidad de una vida nueva. Ese es el centro de nuestra Fe. La razón de ser del cristiano. Lo que da sentido a nuestra vida.

Sigamos celebrando en estos próximos cincuenta días las maravillas de la Pascua. ¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!

Leer:

Evangelio según San Juan 20,11-18.
María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro
y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús.
Ellos le dijeron: “Mujer, ¿por qué lloras?”. María respondió: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”.
Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció.
Jesús le preguntó: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”. Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: “Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo”.
Jesús le dijo: “¡María!”. Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: “¡Raboní!”, es decir “¡Maestro!”.
Jesús le dijo: “No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: ‘Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes’”.
María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.