¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda?

Llenamos nuestra vida de compromisos y obligaciones. Felicitar al amigo por su cumpleaños, dar el pésame al compañero de trabajo que acaba de perder a su abuela y llegar puntual a las reuniones, son sólo algunas de las reglas sociales que debemos o somos obligados a cumplir.

Mujeres que hablan mal de los maridos pero que van a misa todos los días, hombres que dicen ser bautizados y procuran no hacer “daño” a nadie pero son capaces de sobornar a un policía cuando los detiene. Cristianos que cumplen con la ley y su vida está muy lejos del espíritu de dicha ley. Ese es el centro del mensaje de Jesús.

Estamos acostumbrados a cumplir las leyes y pensamos que basta con un cumplimiento externo para sentirnos satisfechos. El Señor nos dice que no es suficiente.

Lo más importante es cumplir el espíritu de la Ley, no la norma escrita. Si sabes que estás enemistado con alguien, ¿cómo puedes tranquilamente ir a comulgar o rezar? Dios hoy nos dice que cumplir con las normas no basta. Hace falta que actuemos según el espíritu de las mismas.

Que en nuestra vida no haya divorcio entre Fe y Vida. Con la coherencia de nuestros hechos podemos ser felices y hacer felices a los demás.

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 23,13-22): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: ‘Si uno jura por el Santuario, eso no es nada; mas si jura por el oro del Santuario, queda obligado!’ ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro, o el Santuario que hace sagrado el oro? Y también: ‘Si uno jura por el altar, eso no es nada; mas si jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado’. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el Santuario, jura por él y por Aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él».

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