La muchedumbre le oía con agrado

En el mundo hay muchos profetas y futurólogos. Existe una especie de pandemia de gurús y expertos en todo. Insisten, con sus palabras, en mostrarnos lo que para ellos es la verdad. Con todo respeto debemos de decir que existe una sola verdad y ella está en Jesucristo.

Ciertamente el Señor nos ha dado inteligencia para desentrañar los misterios del universos. Mediante la ciencia y la tecnología hemos entendido mejor las maravillas de la creación. Sin embargo, eso no significa que con nuestra sola inteligencia podamos construimos un mundo feliz. Eso es competencia de Dios, no de nosotros.

Escuchemos a Dios en la historia. Estemos atentos a las palabras que salen de su boca. Escrutemos las escrituras porque en ellas se encuentra la verdad de todo y de nuestra existencia. Dediquemos un tiempo diario a la meditación atenta y profunda de la palabra de Dios. Ella nos conducirá a la verdad plena. ¡Amén!

Leer:
Texto del Evangelio (Mc 12,35-37): En aquel tiempo, Jesús, tomando la palabra, decía mientras enseñaba en el Templo: «¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? David mismo dijo, movido por el Espíritu Santo: ‘Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies’. El mismo David le llama Señor; ¿cómo entonces puede ser hijo suyo?». La muchedumbre le oía con agrado.

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