Como dice San Agustín de Hipona: “Nuestros corazones han sido hechos por ti, oh Dios, y nunca deben descansar hasta que descansen en ti”. Hemos sido hechos para Dios. Lo que da sentido a nuestra vida es buscar a Dios y descansar en Él. Todo lo demás es vanidad de vanidades.
En el mundo tendremos muchas tentaciones. Seremos invitados a poner nuestra seguridad en las cosas materiales. Nos haremos ídolos de los afectos, dinero y trabajo. Sin embargo, solo hay una cosa importante: Dios.
Consagremos nuestra vida al Señor y en hacer su voluntad. Ese es el camino de la felicidad verdadera. Digamos no a los “César” que quieren reinar en nuestro corazón. Acojamos a Dios en nuestra alma y seamos siempre suyos. ¡Amén!
Leer:
Texto del Evangelio (Mc 12,13-17): En aquel tiempo, enviaron a Jesús algunos fariseos y herodianos, para cazarle en alguna palabra. Vienen y le dicen: «Maestro, sabemos que eres veraz y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas, sino que enseñas con franqueza el camino de Dios: ¿Es lícito pagar tributo al César o no? ¿Pagamos o dejamos de pagar?».
Mas Él, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo: «¿Por qué me tentáis? Traedme un denario, que lo vea». Se lo trajeron y les dice: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?». Ellos le dijeron: «Del César». Jesús les dijo: «Lo del César, devolvédselo al César, y lo de Dios, a Dios». Y se maravillaban de Él.