Mujer, aquí tienes a tu hijo

¿Quién como una madre? Ciertamente, nuestra madre es el regalo más hermoso que Dios nos ha dado. Ayer, en medio de la gran solemnidad de Pentecostés, en el orden civil se celebraba el llamado “día de las madres”. Es bueno recordar en un día lo que debemos tener presente todos los días de nuestra vida. Incluso, es un mandamiento de la ley de Dios: “honrar a padre y madre”.

Más maravilloso es que el mismo Jesucristo ha querido dejarnos en herencia a su propia madre. Desde la cruz nos deja a su madre querida y pide que la acojamos en nuestra casa. Es decir, que le tengamos especial cariño porque ella es la intercesora por excelencia entre nosotros y su hijo Jesucristo. ¿Podrá Jesús negarle algo a su propia madre?

¡Bendigamos a Dios! Tenemos una madre aquí en la tierra y otra en el cielo. El Señor nos ha amado tanto que nos ha premiado con doble ración de amor. Digámosle a Dios: ¡Gracias! ¡Amén!

Leer:
Texto del Evangelio (Jn 19,25-27): Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.

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