Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo

El Señor viene a nuestra vida aún sin merecernoslo. La verdad que si fuera por nuestros pecados, deberíamos estar en otro lugar menos en la Iglesia. A pesar de eso, Dios nos ama, perdona y nos invita a cambiar de vida.

Los verdaderos hijos de Dios son aquellos que reconocen en Jesús al Mesías y salvador. Escuchan la voz de Dios y ponen en práctica su palabra. Ser humilde significa estar convencidos del poder de Dios en nuestra vida y que no somos dignos que recibir tantas gracias y fines de parte de Él.

Seamos agradecidos del Señor. Él nos ama y cura todas nuestras heridas y sana todas nuestras dolencias. ¡Ánimo!

Leer:

Texto del Evangelio (Mt 8,5-11): En aquel tiempo, habiendo entrado Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos». Dícele Jesús: «Yo iré a curarle». Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace».

Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos».

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