Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos

Si, eso es lo que quiere Dios, que entres en el Reino de los Cielos. Él está empeñado en que seas feliz. Tiene la “obsesión” santa de piedad tener una vida plena aquí en la tierra y que puedas gustar de las maravillas del cielo cuando nos toque partir de este mundo a la casa del Padre. ¿Qué nos toca hacer para merecer tan grande distinción? Superar la ley antigua. ¿Y cómo se hace eso? Apoyándonos en su gracia y amando como Cristo amó en la cruz.

Todos somos unos orgullosos y soberbios. ¡Es la verdad! Nos creemos superiores a los demás y es por eso que insultamos, maltratamos o juzgamos a los demás. Tenemos el reto de superar la ley antigua, en el sentido que nos toca amar como Cristo nos ama, inclusive cuando el otro nos insulta o maltrata. ¡Oh maravilloso misterio! Lo natural es defendernos… Dios nos pide que no lo hagamos. Esa es la ley suya.

Para hacer esto que humanamente es imposible, contamos con la gracia de Dios. Él nos da gratuitamente lo que nos pide. ¡No tengamos miedo! Apoyados en Él podemos hacerlo. Amén.

Texto del Evangelio (Mt 5,20-26): En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.

»Habéis oído que se dijo a los antepasados: ‘No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal’. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano “imbécil”, será reo ante el Sanedrín; y el que le llame “renegado”, será reo de la gehenna de fuego.

»Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo».

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